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Artículo de opinión: El entorno de las carreteras en Costa Rica
El entorno de las carreteras en Costa Rica
Ing. Luis Llach C.
luisllachc@gmail.com
Como cualquier proyecto de ingeniería, el primer factor a considerar es el medio en el cual se piensa desarrollar la o las obras. Esto es fundamental pues desconocer o ignorar los factores naturales o artificiales se presta a errores o a malas interpretaciones respecto del funcionamiento de dichas obras cuando son puestas en servicio.
En el caso de Costa Rica, se nos presentan varios factores naturales que hacen que las obras, en general, la infraestructura, resulte complicada y muchas veces de difícil solución. Veamos algunos de los factores naturales a considerar:
• Geología compleja, de reciente formación (en tiempos geológicos). Constituida por materiales de poca resistencia natural y fuertemente vulnerables por la sismicidad asociada a la región
• Geotecnia difícil, materiales erodables, topografía desfavorable pues se trata de un país angosto con una línea de montaña en toda su longitud y corta distancia hacia las costas.
• Hidrología fuerte al estar en la banda tropical y afectada regularmente por fenómenos climáticos tanto por el Océano Pacífico como por el Mar Caribe. En general regímenes de lluvia importantes, con una fuerte caracterización de microclimas.
Estos factores hacen que la construcción de infraestructura y su conservación sea claramente difícil, costosa y, lo más crítico, de evolución en su comportamiento altamente impredecible.,
En el caso de las carreteras, obras cuya principal característica es ser lineales, es decir, que recorren largas distancias a lo largo y ancho del territorio nacional y en consecuencia atraviesan regiones con diferentes condiciones como las señaladas arriba, lo cual hace aún más difícil su gestión.
Téngase presente que, por su morfología, Costa Rica presenta en sus áreas más pobladas, una topografía de fuerte pendientes con una gran concentración de vías fluviales de caudales de alta velocidad y fuerte capacidad de arrastre y erosión. Esto se evidencia en momentos cuando las condiciones climáticas se extreman, como lo estamos viviendo en estos momentos.
Por otro lado, debemos señalar otros factores, no naturales, que de alguna manera afectan adversamente la gestión de los proyectos de infraestructura a los cuales no escapan las carreteras.
• Las políticas ambientales que tanto han favorecido a nuestro país, en ciertos momentos se convierten en barreras para las obras de infraestructura y en el caso de las carreteras lo hemos podido sentir en los cruces de ríos y humedales, por ejemplo. Resolver estas dicotomías se convierte en un verdadero vía crucis.
• Las normativas de gestión son en muchas ocasiones verdaderos factores de retraso en los procesos ejecutivos de las obras. Las constantes apelaciones, muchas veces injustificadas, no hace más que demorar los procesos no solo encareciendo las inversiones sino peor aún, pagando el costo de oportunidad de contar con los beneficios de dichas obras en un menor tiempo. De los procesos de expropiación mejor ni hablar.
• Las gestiones de control excesivas por igual representan, no solo la dedicación de buena parte de los recursos humanos y del tiempo en la administración pública, sino que se convierten en verdaderos coadministradores cuando en muchas ocasiones hacen señalamientos obligatorios a las instituciones ejecutoras, sin considerar las limitaciones bajo las cuales se trabaja.
• Las limitaciones presupuestarias y financieras son otro elemento crucial en este mosaico de condicionantes. Hasta donde la memoria me alcanza nunca se ha contado con los presupuestos o recursos suficientes para la atención de la red carretera, basados en estudios hechos por la misma administración pública que recrimina a los ejecutores.
Habiendo hecho este recorrido de factores causales, creo que debemos entender que, dadas las circunstancias descritas, no se puede pretender contar con la capacidad de una atención perfecta a los problemas de gestión de nuestras carreteras. Los esfuerzos de las entidades responsables resultan cortos ante las necesidades, y es por eso por lo que se debe reformular la estrategia para la atención de las carreteras que es el tema que nos ocupa.
Es mi opinión que más allá de seguir expandiendo nuestra red carretera, tanto la nacional como la cantonal, debemos hacer una revisión a fondo de los costos asociados con una buena conservación de las redes existentes, así como la mejor forma de organización para su atención y, en consecuencia, formular los procesos y decisiones asociadas. Este es el primer paso por dar.
La eventual expansión de las redes vendrá en su momento cuando podamos sentirnos satisfechos de poder mantener lo que ya tenemos. Esa es la realidad.