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La nueva realidad del COVID en el sector construcción

La comúnmente llamada “nueva normalidad” ha traído sustanciales cambios en los procesos de trabajo, y sobre todo la construcción no escapa a ellos. Son cambios que en el papel se tornan cautos e indispensables pero que en la práctica del día a día, han transformado la cotidianeidad. Usar cubrebocas, lavarse las manos cada tanto, no compartir herramientas, ni comida y tener menos gente trabajando para mantener el distanciamiento recomendado por las entidades gubernamentales, son algunas nuevas formas de cuidar a nuestros trabajadores y por qué no, a la economía empresarial.
El sector construcción está enfrentando una dinámica que por un tiempo prolongado no volverá a ser la misma, nuevos retos y oportunidades ante la contingencia debido al COVID-19, en donde muchas de las empresas han tenido la capacidad para reaccionar a las dificultades provocadas por la pandemia. Incluso han podido mejorar la logística y planificación, anticipar la adquisición de suministros, aumentar la capacidad y el rendimiento óptimo capital humano, todo esto con estándares de seguridad y sostenibilidad.
Para lograrlo, ha sido prioritario replantear su situación actual y convertir los grandes retos a los que se enfrentan en oportunidades de mejora, implementando además todos los cambios operativos que implica hacer un ajuste de estrategia.
A sus acciones de reinvención se ha sumado la implementación de las medidas sanitarias indispensables para hacer frente al virus y poder continuar sus labores con el menor riesgo de contagio y propagación. A esta capacidad se le llama resiliencia y es fundamental para el aseguramiento de la continuidad del negocio.
Prevenir el contagio masivo de las personas dentro de los proyectos de construcción, a través de la aplicación de las normas de distanciamiento, limpieza y desinfección, en las personas y en las herramientas, el equipo, maquinaria, vehículos, materiales, las instalaciones (oficinas, comedores, sanitarios, bodegas, etc.) y en general en toda el área de proyecto, ha sido una premisa en los últimos meses. Todo con el fin primordial de proteger la fuerza de trabajo, gestionar el ciclo de negocio eficientemente y continuar ejecutando las operaciones de manera efectiva y con la menor propagación de contagio.
La velocidad en la evolución de los hechos nacional e internacionalmente, ha requerido la adopción de medidas excepcionales para hacer frente a esta dinámica de reactivación e inversión, de forma ordenada, paulatina, disciplinada y responsable.
Cuando hablamos de inversión responsable, incluimos proporcionar y garantizar el uso del equipo de protección necesario utilizado para el cumplimiento de las medidas de bioseguridad y de acuerdo con las actividades, lugares y puestos de trabajo. Esto, aunado al control estricto de ingreso a la obra que comienza con el lavado de manos, seguido del registro en una bitácora, la medición de temperatura y un cuestionario para conocer si la persona tiene síntomas o ha estado en riesgo de contraer COVID-19.
El gremio de construcción, es considerado como un sector vulnerable debido al posible impacto de la enfermedad, las condiciones psicosociales de los colaboradores y la naturaleza de las actividades, dónde el distanciamiento podría tornarse complejo, siendo todos estos factores de riesgo con una magnitud de daño económica importante.
Cabe señalar que las repercusiones de la pandemia y, especialmente, de una de sus más importantes medidas epidemiológicas, que es el aislamiento social, a través del confinamiento (cuarentena), tiene consecuencias considerables y un alto precio económico en las empresas que incluye los altos costos para suplir las necesidades en salud. Son costos que podrían reflejarse en la póliza de riesgo de trabajo y la paralización parcial o total de la actividad productiva y de servicios, por lo que es de vital importancia el establecimiento de esquemas de detección temprana.
La Ministra de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH), Ing. Irene Campos, dio a conocer en el mes de agosto que un 96% de las obras de construcción localizadas en cantones naranja cumple, al menos parcialmente, con las medidas establecidas en los protocolos contra COVID-19 indicados por el Ministerio de Salud. Durante el mes de Julio el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos realizó aproximadamente 796 inspecciones en construcciones con alerta amarilla y naranja, lo que quiere decir que el sector está mostrando un compromiso constante.
Uno de los insumos más importantes para las empresas en la lucha contra el contagio, ante esta alerta sanitaria, es el Protocolo para Procesos Constructivos en Edificaciones y Viviendas, documento que logra un balance entre seguridad y operación de las obras.
Este documento brinda instrucciones que pueden implementar contratistas y el personal en obras de construcción durante la pandemia, a fin de prevenir el contagio, propagación del virus y el impacto económico y de cronograma, en estos lugares de trabajo. Además establece las condiciones de salud y seguridad en que deben desarrollarse las actividades y labores en los proyectos, todo sin perjuicio de las reglamentaciones adicionales que se establezcan para cada actividad en particular.
Contiene las medidas de contingencia en obra, así como, de bioseguridad, higiene y desinfección de zonas y equipos, ingreso, movilidad en el interior de las obras, control de aglomeraciones y áreas de alto riesgo y manejo de casos, que resultan un importante apoyo para el desarrollo de las labores de construcción en los diferentes proyectos.
Se estructura en apartados, que comienzan con el objetivo y campo de aplicación, referencias documentales, definiciones, obligaciones de la persona empleadora, obligaciones del trabajador o trabajadora, instalaciones (medidas para áreas de uso administrativo y proyectos en proceso de construcción) además de recomendaciones generales para detener o romper la cadena de transmisibilidad.
Otro apartado presenta los pasos para el análisis y la gestión en caso de tener un trabajador sospechoso o confirmado, haciendo referencia a la responsabilidad de dar seguimiento y cumplir las medidas establecidas en el protocolo. Contiene también herramientas para la verificación del cumplimiento de las medidas de prevención que fungen como indicadores de desempeño y guía para los inspectores de salud y para la toma de decisión y continuidad operativa, posterior a la confirmación de caso positivo COVID-19.
En el apartado de observancia se presentan las instancias que ejercen el control y la regulación sobre el cumplimiento el protocolo, considerando la búsqueda de evidencia correspondiente y los medios de verificación, los cuales pueden tomar como base, prácticas reconocidas internacionalmente de evaluación de la conformidad (mecanismos de inspección de acuerdo con la INTE/ ISO 17020).
Con este protocolo se pretende generar contenidos informativos basados en fuentes calificadas, como medidas de prevención y autocuidado, y la creación canales de comunicación que permeen la información a través de diferentes técnicas de divulgación que tenga dispuesta la organización entre todos los niveles. Así mismo establece a los responsables de atender los reportes por parte de los trabajadores de cualquier sospecha de síntomas o riesgo de estar infectados, además de socializar a las autoridades pertinentes y entre los mismos colaboradores de forma asertiva.
Otra clave de la prevención es capacitar a trabajadores y subcontratistas sobre cómo las medidas de prevención y autocuidado deben trascender el ámbito laboral e involucrar a las familias para generar prevención en el hogar.
De forma más sintetizada se establece, además:
• Medidas de control tales como distanciamiento social, incluso durante los descansos de trabajo, reuniones de cualquier tamaño y al recoger o entregar equipos o materiales.
• Verificación de síntomas, higiene, procedimientos de descontaminación y capacitación.
• Modificación de horarios de trabajo escalonados para reducir la densidad, minimizar el número de cuadrillas y mantener el distanciamiento.
• Control de juntas o reuniones para evitar contacto.
• Las reuniones del personal de prevención e inspección de procedimientos en el lugar de trabajo serán realizadas en grupos pequeños y manteniendo el distanciamiento social requerido.
• Supervisión constante de pasillos, elevadores, áreas de descanso y vehículos de transporte, y mantener el distanciamiento social requerido.
• Desinfección de herramientas antes y después de cada uso.
• Lavado regular de manos con agua y jabón o la promoción de uso de desinfectantes para manos con base de alcohol mientras estén en el lugar de trabajo.
• Aseguramiento de baños limpios y sanitarios con una estación de lavado de manos o desinfectante disponible para empleados y visitantes, dotado con todos los productos de limpieza necesarios.
• Los trabajadores deben evitar compartir alimentos o artículos personales.
• En las áreas de comedor se pueden generar diseños que minimicen el contacto entre colaboradores.
• Prestar atención a el uso compartido de vehículos o viajes compartidos entre trabajadores antes, durante y después del trabajo.
• Vigilancia de registro diario de asistencia de todos los trabajadores y visitantes, y gestión de las entregas en el sitio para limitar el contacto directo entre los trabajadores.
• Aseguramiento de constancias como bitácoras, listas de verificación, hojas de control de las medias de control.
• Recolección de la información completa del personal.
Caso sospechoso
Un caso sospechoso es definido como aquel en dónde existe contacto directo con una persona positiva o aparición de síntomas conocidos. Es obligación verificar los contactos directos del trabajador, además de definir los posibles nuevos sospechosos por existir la posibilidad de incumplimiento del distanciamiento mínimo con la persona contagiada, por haber compartido un espacio cerrado durante un tiempo prolongado, o por la cercanía sin mascarilla ni careta. Asimismo, puede haber contactos indirectos al haber tocado la misma superficie o implementos de trabajo, considerando la posibilidad que estos no estaban adecuadamente desinfectados. En este caso se elaborará un listado de los que tuvieron contacto directo con la persona contagiada, indistintamente si no han presentado sintomatologías.
El Supervisor de Seguridad Ocupacional y Salud o la persona designada como líder del proceso en la empresa, será el responsable de efectuar una investigación minuciosa de los posibles contactos para la clasificación del nivel de riesgo. Además, presentará un informe inmediato al director del proyecto, al comité COVID o al Ingenieros a cargo, quienes definirán las acciones a tomar, coma la desinfección profunda a cargo de una empresa autorizada.
Los trabajadores que sean clasificados en riesgo alto de contagio por contacto directo con la persona sospechosa, deben permanecer en aislamiento preventivo en primera instancia y luego adoptar las medidas el mismo protocolo de la organización o que las autoridades de salud determinen. Estos trabajadores no podrán asistir a la obra y se debe realizar seguimiento y acompañamiento desde el centro de trabajo a los trabajadores y sus familias.
Se avecinan meses complicados, enfrentándonos a un país con las fronteras abiertas, con una tasa de desempleo que rompe récords, una economía varada, por lo que, recuperarse del impacto de la crisis generada por la emergencia sanitaria, con el miedo de que un nuevo brote nos obligue a parar de nuevo, no va a ser nada fácil. El trabajo en equipo dentro de las obras, la cooperación y solidaridad entre empresas también va a ser fundamental para salir adelante. Debemos entre todos disminuir la exposición al riesgo e intentar que la rueda de la economía vuelva a girar y, lo más importante, que no vuelva a detenerse.
Recuerde que usted puede ver y descargar la versión completa de la revista aquí: https://www.construccion.co.cr/Multimedia/Archivo/9579
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