Noticias
Lo más leído
Jornadas Excepcionales es un paso a la modernización: mejorará inversión y competitividad
CCC respalda continuidad del proyecto para el nuevo hospital de Cartago
Rocío Aguilar: Radiografía de una mujer apasionada & valiente
• Fue educada en un colegio de monjas, pero se hizo revolucionaria en su adolescencia, cuando junto a un grupo de jóvenes, tomó la iglesia de Escazú.
• A sus 63 años, esta incansable y luchadora mujer, acaba de asumir la Superintendencia General de Pensiones.
Ser Contralora General de la República o Ministra de Hacienda en tiempos de una grave crisis fiscal, dejan en evidencia el tipo de persona que es: afirma que no le teme a nada y está siempre dispuesta a enfrentar retos.
Pero el primer gran reto, en el sector público, para esta mujer de hierro llegó en la administración del Doctor Abel Pacheco, donde la llamaron para ser Secretaria Técnica del Consejo Nacional de Concesiones, cargo que ocupó por tres años. Ahí sorteó varios proyectos que se plasmaron y otros aún están pendientes. Rocío Aguilar nació en Escazú, en el seno de una familia humilde y trabajadora: su padre, José Joaquín Aguilar, conocido como don Piquín (qddg), tenía un taller donde arreglaba todo tipo de aparatos eléctricos y su madre, doña Gilda Montoya, fue costurera y maestra.
Esta mujer de mil batallas, quien nació a los siete meses de gestación, califica así a su familia: “Mi papá y mi mamá eran dos personas extraordinarias, que nos enseñaron a luchar y crecer. Siempre cuento la anécdota de mi mamá, que solo había llegado hasta el sexto grado, y cuando ya nosotros estábamos en el colegio, decidió estudiar y hacerse maestra. Se fue a trabajar a una escuela rural unidocente, donde tenía que quedarse toda la semana y andar a caballo”.
“También recuerdo los años que se dedicaba a la costura. Era la costurera del barrio y pasaba noches enteras trabajando. Lo recuerdo porque la acompañaba para que me regalara los sobros de las telas”.
JUVENTUD Y REBELDÍA
“Mi casa era un centro de reunión y discusión, donde llegaban todos los amigos, y se hablaba de diferentes ideologías. Fue una época maravillosa.
Había un grupo bonito en Escazú que lideraba en aquella época el sacerdote Javier Solís, cura párroco. Hicimos una escuela nocturna y una biblioteca. Sentíamos que podíamos ayudar a la gente, y yo, estando en el colegio, iba a dar clases de noche, a estudiantes adultos de primaria.
Era una época revolucionaria. Este grupo en el que participé, tomamos la iglesia de Escazú cuando el padre Javier fue destituido. Fue una época de contraste, estaba en un grupo revolucionario y a la vez estudiaba en un colegio de monjas. En una parte de mi vida escuchaba que los comunistas comían chiquitos, y en otra ellos decían que iban a cambiar el mundo.
Al terminar el colegio, era tan joven, que no me dio la nota de admisión para entrar a la carrera de ingeniería eléctrica. Quería ser ingeniera porque yo le ayudaba desde chiquilla a mi papá en su taller eléctrico”.
Entonces se matriculó en el ITAN, un instituto privado, donde obtuvo un diplomado en administración de negocios, al tiempo que también seguía estudios generales en la UCR.
Terminando el diplomado se fue a dar clases a un colegio nocturno, y gracias a ello, varios profesores que conoció en ese colegio, la llevaron a trabajar en la Universidad de Costa Rica.
“Me contrataron en la Universidad como la primera mujer que llevaron a ese centro académico, para que hiciera trabajo de auditoría. Fueron experiencias de mucho crecimiento. Después de ahí, trabajé en la Caja de Seguro Social, luego de graduarme en la UCR en administración.”
SU INGRESO A LA EMPRESA PRIVADA
Doña Rocío pasó a trabajar después de estar poco tiempo en la Caja, al Banco BANEX, recién fundado en 1981. Fue una larga carrera de 20 años en esta entidad financiera privada, donde fungió como analista de crédito. “En esos veinte años, la organización y la institución tuvo un crecimiento extraordinario. Era un banco que siempre catalogué como el mejor banco, con una filosofía de relación de largo plazo con el cliente. Tenía unos códigos de conducta de lo mejor que yo he visto”.
En la década de los ochenta se casó con el ingeniero civil Rómulo Picado Chacón. Ella era madre soltera de una hija y su esposo era padre de cuatro hijas más. Como lo recuerda jocosamente, de la noche a la mañana formaron una gran familia. Con don Rómulo tuvo dos hijos más.
EL SALTO A LA FUNCIÓN PÚBLICA
El primer cargo en el sector público, llegó en la administración del Doctor Abel Pacheco, donde la llamaron para ser Secretaria Técnica del Consejo Nacional de Concesiones, donde estuvo tres años.
“Me tocó sacar adelante el contrato de la carretera a Caldera, luego de muchas negociaciones. Saqué adelante el contrato de la ruta San José-San Ramón, que nosotros creíamos que era un gran éxito y lamentablemente hasta ahora no se ha dado. Me tocó enfrentar el proceso de la cárcel de Pococí, que lamentablemente al final no se concluyó”.
Recuerda que varios de los proyectos que fueron diseñados en la época para concesiones, aún están pendientes de realización.
Cuando le faltaba un año para concluir su primer periodo en Concesiones, el diputado oficialista Ricardo Toledo la llamó para ofrecerle el cargo de Contralora General de la República, en sustitución de Alex Solís, quien había sido destituido de puesto en medio de un gran escándalo nacional.
Ese periodo en la Contraloría lo califica como de mucho trabajo, de reformas y de reorganización de la institución. Hubo un acercamiento muy grande con el Congreso. “Así que eso fue una etapa muy bonita. Tuve el privilegio de llevar adelante el cambio del régimen salarial, para pasar a salario único, que fue antesala a lo que me tocó después hacer en Hacienda”.
Tras su paso por la Contraloría, en el 2012 inicia un retiro voluntario para acompañar a su esposo, a quien le aquejaba una seria enfermedad, la cual acabó con su vida en el 2016. “Esa fue una experiencia complicada, dura, que de alguna forma lo hace a uno resiliente. Siempre pienso que la vida me fue preparando para ser alguien que tomara decisiones, muchas veces en situaciones de riesgo”. Poco a poco doña Rocío, sin quererlo, se fue preparando para su gran reto como Ministra de Hacienda. Recuerda que en el año 2008, estando aún en la Contraloría, se empezó a hablar de una necesaria reforma fiscal, ya que el déficit empezó a crecer.
En 2017, y tras un corto paso por la firma Deloitte, le corresponde asumir otro reto, el de Superintendente de Entidades Financieras. “Era para mí la combinación perfecta. El puesto me enamoró pues estaba muy familiarizada con el área de finanzas. Pero de pronto me ofrecieron ser Ministra de Hacienda”.
EL MAYOR RETO DE SU VIDA
En abril de 2018, el entonces presidente electo, Carlos Alvarado, la llama a servir como Ministra de Hacienda. “El puesto de Superintendente era muy retador y me enamoraba, pero ser ministra de Hacienda, después de tantos años estudiando el tema fiscal, me llegó esa propuesta y era el mayor reto de mi vida”.
“Me llevé la satisfacción de que gracias al Presidente de la República, a su valentía, a un Congreso que con diferentes partidos e ideologías, contribuyó, y a los cientos de costarricenses que se volcaron después a pagar el IVA, logramos superar la más grande crisis que ha tenido el país. Fue sin duda el cambio tributario más grande”.
El año 2019 lo ve como un año complejo en el que debía implementar la reforma fiscal, “y lo logré, gracias a un equipo de trabajo que me acompañó durante todo el proceso”.
“El 19 de octubre de 2019, tomé la decisión de renunciar al cargo, me dolió muchísimo, porque era algo que me apasionaba, pero me pareció que era lo correcto, lo que debía hacer”.
Le costó mucho superar el duelo que significó su salida del Ministerio de Hacienda y lo reconoce plenamente. Pero no es una mujer que se queda quedita, pues pocos meses después, el 23 de marzo, se anunció su nombramiento como Superintendente General de Pensiones.
Se define como una persona que siempre se puso metas, pero que además disfruta el camino que le toca recorrer para alcanzarlas. “Soy una persona que escucha, que resuelve, lo que podría llamarse ejecutiva”.
“Me enamoré del sector público. Tuve una larga trayectoria en el sector privado, y tuve años de crecimiento y aprendizaje. Pero mi paso por la Contraloría me permitió apreciar al sector público desde otra visión”.
Todo su desarrollo profesional, lo hizo siempre acompañado de una gran familia, algo que doña Rocío nunca olvidará. “Esa gran familia, que hasta la fecha seguimos siendo. Todos los sábados nos juntamos, almorzamos, yo cocino, me encanta cocinar. También me gusta bordar y coser, y coleccionar orquídeas”.
A sus 64 años de edad, Rocío Aguilar se considera una persona realizada: “dichosamente la vida me sonrió, nada es por accidente, todo es producto de la entrega y la lucha”.
Recuerde que usted puede ver y descargar la versión completa de la revista aquí: https://www.construccion.co.cr/Post/Detalle/35891/revista-construccion-238